Reseña de The Hypnosis: una película que te hará perder las inhibiciones mientras observas a través de tus manos | Películas
yoEl factor de incomodidad es alto en esta comedia oscura sobre la incomodidad social de Suecia, dirigida sin piedad por el director debutante Ernst De Geer para maximizar la incomodidad del público. Hay un par de escenas aquí tan insoportables que me habría resultado menos doloroso ver a alguien arrancándose las uñas con unos alicates. The Hypnosis está protagonizada por Asta Kamma August y Herbert Nordrum como Vera y André, una pareja de unos 30 años que son los fundadores de una aplicación que rastrea la salud reproductiva de las mujeres en países en desarrollo. Vestidos con prendas de punto de buen gusto y zapatillas de deporte de edición limitada, parecen emprendedores de una startup y parecen bastante agradables, aunque inmediatamente queda claro que André domina a Vera, que es más tranquila.
Las cosas empiezan a ir mal cuando Vera acude a un hipnoterapeuta para dejar de fumar. Esto ocurre justo antes de un importante evento de presentación en el que ambas competirán contra otras aplicaciones frente a grandes inversores. En la sesión, el hipnoterapeuta de Vera observa con delicadeza que parece estar reprimiendo su verdadero yo; debería escuchar más a su niña interior. Y algo dentro de Vera cambia y pierde sus inhibiciones sociales (de una manera que yo no acababa de creer) al instante y a toda velocidad.
Al principio, André disfruta de la nueva confianza en sí misma de su novia, al ver a Vera enfrentarse a su madre, una mujer enormemente exitosa y muy crítica. Pero luego Vera se vuelve rebelde. En el evento de presentación, se muestra sin filtros y franca, de una manera que capta la atención del gurú tecnológico a cargo: el irritante Julien, que parece un yogui y que interpreta David Fukamachi Regnfors. (La presunción del mundo tecnológico está muy bien satirizada). A partir de aquí, el comportamiento de Vera se vuelve extraño y francamente grosero: camina con un chihuahua imaginario, se inclina sobre una barra para servirse una bebida y luego insulta a un inversor.
Todo esto resulta profundamente embarazoso para André, cuya torpeza social se convierte cada vez más en el centro de atención. Sus torpes intentos de encubrir a Vera y adular a los inversores me hicieron mirar con las manos en la masa. No me reí tanto como para estremecerme.