No tengo nada de lo que opinar. Silencio respetuoso

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Lo mejor que puedo hacer en mi artículo dominical, es guardar un respetuoso silencio ante todos los que ha perdido algo en la provincia de Valencia. Resido en Valencia desde hace 32 años, aunque soy natural de Águilas (Murcia). Llevo mas tiempo en Valencia que donde nací y por tanto me siento totalmente valenciano de adopción. No tengo nada de lo que opinar, ni tengo ganas de hacerlo. Todo es secundario y nada importa frente a la impotencia que ha generado el caos climático.

Hay miles de personas que han perdido algo o a alguien. Y quien no ha perdido algo o a alguien, ha perdido esperanza y seguridad. ¿Cómo estar tranquilos para el futuro en el primer mundo cuando algo así es capaz de suceder y no se puede prever o gestionar mejor? ¿Nos volverá a pasar? Y no tiene por qué ser en Valencia; esto puede suceder en cualquier lugar, porque la lluvia, nos iguala, nos es común a todos y es posible en cualquier sitio, a diferencia de la lava de los volcanes que es susceptible de dañar sólo dónde están.

Cuando suceden tragedias como la DANA en Valencia, se nos pone a prueba al ser humano. Se eleva un espejo gigante de cómo somos. Y realmente hay muchas imágenes que nos honran y otras que nos avergüenzan. No es tiempo de batallas políticas. No es tiempo de desgastar al adversario político, utilizando el dolor y la desgracia.

Es tiempo de soluciones de supervivencia, de gestión de ayudas económicas, de que las ayudas sean rápidas y reales. Que no se dilaten, que no se atranquen, que no desaparezcan y se queden en un solo tuit o en una rueda de prensa. La ayuda no hay que esperar que te la pidan. Si no te la piden, se ofrece desde la humanidad. En la desgracia no hay rivales políticos; hay compañeros de desgracia. Los que la sufren y los que pueden hacer para ayudar a los que la sufren. Para los ciudadanos y para todos, no es tiempo de hacerse fotos ayudando, cuando sólo se pretende posturear para publicar una foto con gotas de barro en las redes sociales. La ayuda no se publicita, ni se fotografía. La ayuda se da y punto.

La tragedia nos va a retratar como sociedad para lo bueno (la solidaridad espontánea de miles de ciudadanos) y para lo malo (el postureo social en las redes y el gallinero político). La tragedia nos pone a prueba para lo esencial, para lo que de verdad importa: la salud, salvar vidas, ayudar al débil. Al que le ha pillado la devastación, por el que hoy no, pero mañana sí, le puede atropellar. Por eso hoy no importa el fútbol ni la Liga. Una Liga (que es lo único de lo que voy a opinar) no se debería haber jugado esta jornada. No están los ánimos para eso. El fútbol, que es un gran motor, está para echar una mano desde la gran fortaleza social que tiene. Y no tengo nada claro que echar una mano haya sido jugar la jornada. A un agente de futbolistas se le paga una comisión de 500.000 euros o de un millón con una facilidad tremenda. Pero para entregar una ayuda frente a una desgracia se ofrecen cantidades, que dando las gracias por adelantado ( porque hay otros que ni eso), suena a poco. Diciendo que no tienen ninguna obligación y que hay otros sectores más allá del fútbol que también tienen mucho que hacer y decir. Hay clubes que pagan 10 millones de euros a un agente por un solo jugador. Hay 20 clubes en Primera división que, si quisieran, tienen mucho que aportar. El fútbol, cuando se estabilice la situación, es un gran generador de ingresos, si se ponen las pilas (la Selección española de fútbol, los clubes, etc.).

Pensando en Javier Tebas y en LaLiga, reconozco que en estas situaciones decidir es difícil. Parar o no parar. Y nada es fácil. Mi absoluta empatía con los que tienen cargos de responsabilidad en estos momentos (políticos y de gestión) pero lo más afectivo y empático hubiese sido un respetuoso paro y silencio. El fútbol más allá de un negocio (la jornada se puede recuperar más adelante) es sólo un ocio, un entretenimiento. Y el cuerpo no está para eso ahora. Con todo respeto a los lectores, pero también a los afectados directos e indirectos, no tengo hoy nada de lo que opinar. Ni por contenido, ni por oportunidad, ni por respeto. Y tampoco me apetece. Espero que me entiendan. Discúlpenme.

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