El mundo de Topuria, donde los sueños se hacen realidad

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Si Ilia Topuria dice algo, es porque va a ocurrir. Tarde o temprano, sus promesas se hacen realidad. El KO a Holloway en el UFC 308 es otra prueba más de que si Ilia dice “yo lo soñé”, es para convertir la frase con el tiempo en “yo lo hice”. Tras noquear a dos de los tres mejores peso pluma de la historia, el límite de Ilia es el cielo. El Etihad Arena fue la sede en esta ocasión del mundo de Topuria, donde ‘El Matador’ escribe el guion antes de que pasen las cosas.

Noquear a Holloway es como ganar al City de Guardiola jugando al ‘tiki taka’. Algo impensable, sino te llamas Ilia Topuria. El combate estuvo igualado hasta el tercer asalto, con un round para cada uno, pero una vez que el hispanogeorgiano le encontró la mandíbula a ‘Blessed’, el hawaiano sintió un poder que no había sentido antes. Primero se tambaleó, y luego un zurdazo del peleador del ‘Climent Club’ acabó el combate de manera fulminante. ‘El Clásico’ y el combate de Topuria finalmente coincidieron en horarios,aunque visto lo visto Tebas seguramente se lo piense la próxima vez. Lo que te has perdidoJavier.

El peleador español consiguió una espectacular victoria.

Bombazo.

De rey en rey, de Topuria a Juan Carlos

Nada más ganar, Topuria tenía claro lo que hacer. Salió del octágono para abrazarse con su amigo Sergio Ramos, y luego llegó el momentazo. Ilia se dirigió al Rey Juan Carlos, allí presente para ver la cartelera, y le dio un beso en la frente. El rey esta noche era él, y todo el mundo quería ver de cerca cómo agrandaba su leyenda.

Jugón.

Sergio Ramos, uno más en el ‘Team Topuria’

La amistad de Sergio Ramos de Ilia Topuria ya se conocía desde hace mucho tiempo. Sin embargo, durante esta semana en Abu Dhabi el futbolista ha sido una parte importante del equipo del hispanogeorgiano. Al igual que ya había hecho en más veladas, fue a verle al Etihad Arena, pero tras el brutal KO de Ilia a Holloway subió también al octágono para levantar el cinturón junto a ‘El Matador’, que se lo entregó con sus propias manos.

Sergio Ramos e Ilia Topuria posando con el cinturón.

Qué dolor

Holloway, noqueado por primera vez

Para que la gente sea consciente de la magnitud de lo que ha hecho Topuria, solo basta con decir que Holloway jamás había sido noqueado. Es más, jamás había recibido un ‘knockdown’. Sin embargo, el hawaiano nunca se había enfrentado a Topuria, que cumplió su promesa de noquearle como venía diciendo en todas las entrevistas que hacía. “Voy a ser el primero en noquearle”, adelantaba durante la semana, y ya sabemos que si se propone algo lo hace.

El dato.

La decimosexta rosa ya tiene destinatario

Al igual que en su combate contra Alexander Volkanovski, Ilia tenía preparada una rosa para Holloway. Ya la llevaba en su traje al llegar al Etihad Arena, y más tarde fue su hijo el que se la subió al octágono después de que su padre dejase con las manos en la cabeza a todos los presentes. ‘El Matador’ tiene todo pensado al milímetro.

El detalle.

La revancha con Volkanovski, su siguiente objetivo

Una vez acabó el combate y el hispanogeorgiano retuvo el cinturón Alexander Volkanovski subió al octágono para empezar a promover una revancha para 2025. “Se lo merece”, reconocía Topuria. A pesar de que Diego Lopes también merodea el trono, Madrid -o Barcelona- y el australiano parecen la combinación perfecta para la llegada de la UFC a España el año que viene.

Topuria y Holloway durante el combate.

El duro.

Los 10 segundos históricos que Holloway evitó

Topuria es un hombre de palabra, y avisó a Max Holloway de que los primeros diez segundos de combate iba a apuntar al suelo en el centro del octágono para regalarle a los fans el mejor momento de la historia de la UFC. Esto se debe a que es el sello de identidad de ‘Blessed’ al final de los combates que va ganando. Dicho y hecho. Según sonó la campana, ‘El Matador’ hizo lo que prometió que haría, y Holloway también. El hawaiano reconoció que eso era una idiotez, y en cuanto llegó el momento le hizo el gesto del torero y prefirió esperar su momento. Lo que nos perdimos por Max.


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