Los países africanos deben hacer oír su voz sobre la minería en aguas profundas | Medio Ambiente

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Con las negociaciones para adoptar reglas y regulaciones para la minería comercial en aguas profundas en aguas internacionales reanudándose esta semana en la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), los países africanos tienen un papel extremadamente importante que desempeñar en el futuro de esta industria y en la salud de nuestros océanos.

La ISA, como institución afiliada a las Naciones Unidas, se creó en la década de 1990 para garantizar que los países en desarrollo se beneficiaran económicamente de la minería de aguas profundas cuando/si comenzara, asegurando la equidad en los beneficios derivados de los bienes comunes globales. A medida que avanza este debate, África se encuentra en un momento crucial en el que sus decisiones podrían influir profundamente en la trayectoria de esta industria y la preservación de los ecosistemas marinos.

Los defensores de la industria afirman que se pueden obtener millones de dólares a partir de los minerales que se encuentran en las profundidades marinas y que, a través de mecanismos financieros y de regalías aún por decidir en la ISA, los países africanos podrían obtener enormes beneficios financieros y económicos.

Pero nuestra investigaciónque analiza el costo neto total de la minería en aguas profundas para una amplia variedad de partes interesadas, incluidas empresas mineras, inversores, países de bajos ingresos, estados patrocinadores y naciones involucradas en la minería terrestre, ha descubierto una compleja red de riesgos y recompensas.

Cada vez hay más pruebas científicas que sugieren que la minería tendría efectos devastadores en los frágiles hábitats del fondo marino. Una sola operación minera podría liberar enormes columnas de sedimentos, lo que afectaría significativamente la penetración de la luz y la oxigenación del agua, al tiempo que dispersaría toxinas y radiactividad. El precio del daño ecológico irreversible podría ser asombroso y se estima que podría superar el presupuesto de defensa mundial, que asciende a unos 100 millones de dólares. 2 billones de dólares.

Y si bien las empresas privadas (y los países que patrocinan sus operaciones mineras) pueden obtener ganancias a corto plazo de la actividad, los riesgos inminentes para el modelo de negocios, las amenazas de litigios y los desafíos tecnológicos plantean serias dudas sobre sus beneficios económicos a largo plazo. A medida que siguen apareciendo nuevos datos, debemos incluir en nuestros cálculos los costos de los daños potencialmente irreversibles que causa la minería, especialmente ahora que la humanidad enfrenta una triple crisis planetaria de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación.

Además, las nuevas tecnologías, los procesos que hacen un uso eficiente de los recursos, los modelos de economía circular y las prácticas mineras responsables podrían reducir significativamente, o eventualmente eliminar, la necesidad de la minería en aguas profundas. Descubrimos que la tecnología y las medidas ya probadas podrían reducir drásticamente la demanda de los minerales antes mencionados. en un 58 por ciento aproximadamente.

El panorama se complica aún más por los posibles enfrentamientos con los países mineros terrestres, en los que un aumento repentino de la oferta podría reducir los precios del mercado y erosionar las ganancias. Esas consecuencias requieren un mecanismo de compensación equitativo, lo que pone de relieve las responsabilidades más amplias de los organismos reguladores como la ISA para garantizar la equidad y la sostenibilidad.

En vista de las crecientes preocupaciones sobre el posible impacto de la minería en los frágiles ecosistemas de aguas profundas y los verdaderos costos de las operaciones, un movimiento internacional, apoyado por múltiples naciones de altos y bajos ingresos (como Fiji, México, Palau, Canadá, Brasil y Suecia, entre otras), organizaciones conservacionistas, entidades financieras y líderes empresariales, está pidiendo una moratoria inmediata o una pausa precautoria en la minería de aguas profundas hasta que una investigación científica exhaustiva pueda evaluar con precisión el impacto ambiental de la actividad y los riesgos para los ecosistemas de aguas profundas y el océano en general. Lamentablemente, hasta el día de hoy, ningún estado africano apoya una moratoria o una pausa precautoria.

Para África, las consecuencias de la minería de los fondos marinos son profundas. Los países deben sopesar las cuestionables ganancias económicas a corto plazo frente a los posibles daños ecológicos a largo plazo. En última instancia, los minerales que reposan en los fondos marinos internacionales pertenecen a toda la humanidad como patrimonio común de la humanidad y plantean cuestiones fundamentales sobre nuestras responsabilidades éticas. El precio para nuestro planeta y sus ecosistemas puede muy bien superar los beneficios económicos a corto plazo, lo que nos obliga a salvaguardar el delicado equilibrio de nuestros océanos y la naturaleza.

El debate sobre la minería de aguas profundas persistirá, pero a medida que surjan nuevos datos y perspectivas, los países africanos deben hacer oír su voz sobre esta cuestión fundamental. El tiempo avanza y las decisiones que tomemos hoy tendrán un profundo impacto en el futuro de nuestro planeta y en el bienestar de las generaciones futuras.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de Al Jazeera.

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